18 DE MARZO DE 2012

CASTEJÓN
SOBRE UN NUDO FERROVIARIO

Texto: Fernando Hualde



Existió, desapareció durante siglos, y vuelve a existir, esta vez con más futuro que nunca. Hablamos de la localidad de Castejón, en la Ribera de Navarra.

            Su origen actual está en el ferrocarril. Pocos pueblos hay en Navarra que conozcan como nacen; y sin embargo el origen de Castejón, la reaparición para ser más exactos, está allí, casi al alcance de la memoria, sobre un nudo ferroviario. No aparece el actual núcleo de población en los viejos legajos monacales de la Oliva, ni en el becerro de Leire, ni en los Libros de Fuegos; es el Castejón de hoy una población joven.
            Era en febrero de 1894 cuando decenas de miles de navarros viajaron hasta este lugar para recibir allí a los representantes de la Diputación Foral de Navarra que volvían triunfantes de Madrid, tras decirle a Germán Gamazo (Ministro de Hacienda), a Práxedes Sagasta (presidente del Gobierno), y a la Reina Regente, María Cristina, que Navarra no iba a aceptar ese proyecto de ley con el que Gamazo pretendía igualar fiscalmente a Navarra con el resto de los territorios del estado. Fue una jornada apoteósica, de esas que hoy costaría imaginar.


Castejón de la Barca

            En sus inicios dependió administrativamente de Corella, pero un Real Decreto Ley del año 1927 fue quien le permitió constituirse en municipio. Se cerraba así un largo paréntesis, abierto en el siglo XIV, de ausencia total de habitantes en este paraje. Porque antes los hubo en ese mismo sitio, y aquella población que hubo siglos atrás también se denominó Castejón. Antes, bastante antes de que en el siglo XVII saltase a la fama un escritor, poeta y dramaturgo, llamado Calderón de la Barca, bastante antes, digo, cinco siglos antes para ser exactos, ya hubo en este paraje un núcleo de población que se llamaba Castejón de la Barca.
            A principios del segundo milenio, poco después del año 1000, existía ya aquí un núcleo de población al que se le conocía con el nombre castellanizado de Castejón, del latín Castellum, en alusión directa al castillo que allí hubo. Probablemente estemos hablando de un asentamiento romano, uno de los muchos que surgieron en el entorno del río Ebro, tratando de beneficiarse de la fertilidad de sus tierras.
            Lo cierto es que en los Fueros de Tudela, concedidos en el año 1117 por Alfonso el Batallador, ya se cita expresamente a Castejón de la Barca, autorizando a sus habitantes a usar una barca que les permitiese cruzar el gran río. Este tipo de barca, ligada a una maroma, la vemos posteriormente en decenas de localidades; algunas, como Milagro, la han guardado en su escudo, y otras, en latitudes más nórdicas, era prácticamente la única forma de acceso hasta su caserío. Algún día ya les dedicaremos un reportaje en exclusiva a los barqueros, a las barcas, ¡y a los barcos!, que también los hubo en Navarra, aunque hoy cueste imaginarlos.
            El paso de los años, y la necesidad de defenderse ante una invasión castellana, sirvió para consolidar todo un núcleo de población en torno a un castillo. Sabemos que un tal Guillermo Pérez de Castejón fue alcaide de esa fortaleza y señor de esta villa allá por el siglo XIII. Pero de la misma manera que Castejón surgió con rapidez…, también desapareció con rapidez. En 1336 contaba ya con tan sólo 80 vecinos; y a partir de allí Castejón va desapareciendo del mapa, su historia se difuminó hasta perderse, hasta extinguirse.


El ferrocarril

            El paréntesis de su extinción lo cierra la Compañía de Caminos del Norte de España al fijar en este enclave uno de sus más importantes nudos ferroviarios, lo que dio pie a la creación de una barriada que dependió inicialmente de Corella. Aquél nuevo núcleo de población poco a poco fue cogiendo fuerza, la suficiente para soñar con ser un día un municipio independiente.
            Este sueño fue tornándose en realidad. El 7 de febrero de 1923 se daba un paso importante: Castejón dejaba de ser un barrio de Corella para pasar a ser un Concejo Administrativo, presidido por el médico estellés don Lucio Ruiz de Alda, y dotado de su propia Junta de Veintena. El primer secretario fue don Hilario Tejada.
            Y de un paso importante se pasó a un paso definitivo; Castejón: municipio independiente. Esto se materializó el 4 de octubre de 1927 con un Real Decreto de Ley, que posibilitó que ese mismo mes, el día 22, se constituyese la primera corporación municipal. Hicieron historia liderando aquél primer equipo de gobierno municipal las siguientes personas: Francisco Ruiz López (alcalde), Victoriano Ruiz (primer teniente de alcalde), Hilario Tejada Matute (segundo teniente de alcalde), Saturnino Acha (secretario), y los concejales Amadeo Aguado, Manuel Llorente, Víctor Alfaro, José Jiménez “el alpargatero”, y Melitón Sainz. Esta primera corporación municipal –elegida democráticamente, por votación, el 22 de octubre de 1927- tomó posesión de su cargo el 16 de enero de 1928.
            Aquél Castejón debutó como municipio independiente con sus 1500 habitantes, procedentes de cuarenta y siete provincias. El ferrocarril, que fue quien les unió, era el centro de todo. El hijo de quien fuera el segundo teniente de alcalde en aquella primera corporación, Eloy Tejada y Herrero, tuvo a bien años atrás tomarse la molestia de ir pasando al papel todo aquello de lo que él se acordaba, publicando en 1999 el libro “Castejón y el ferrocarril”, que tuvo su prolongación unos años más tarde con un nuevo tomo, una nueva entrega de recuerdos de los que ya no se pierden, titulado “Más recuerdos sobre Castejón y el ferrocarril” (editado en 2004 por la editorial “Libros con historia”, de Urroz Villa). Ambos libros constituyen hoy un legado de lujo para la localidad de Castejón. Cierto es que el ferrocarril es en buena medida el epicentro, quien con su canto de sirena atrajo hasta allí a numerosos trabajadores ferroviarios, y a sus familias; pero cierto es también que después de casi un siglo de andadura, Castejón es ya mucho más que eso; ha ido forjando una historia, vivió una república y una guerra, con todo lo que eso conlleva, alcanzando su mayoría de edad en la postguerra. Dentro de esa historia sigue estando el ferrocarril, y la harinera, y las corralizas, y las piscinas, y tantas y tantas cosas. Por no hablar de aquél curioso episodio acaecido en esa localidad el 27 de octubre de 1965, en el que un platillo volante se entretuvo sobre esta localidad; no faltaron estonces testigos de aquello, e incluso fotografías.
            Todo es historia. Castejón, el de hoy, sería imposible entenderlo sin el río Ebro y sin el ferrocarril; y sin la historia de hoy, y sin la de hace siglos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario