16 DE JULIO DE 2012

BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA
CADENAS PARA UN ESCUDO

Texto: Fernando Hualde



Hoy se cumplen ochocientos años de la batalla de las Navas de Tolosa, en la que Navarra tuvo una participación importante y decisiva. Se rompieron entonces unas cadenas que hoy se lucen en el escudo.

Hay que reconocer que la fecha, para la importancia que tiene, está pasando bastante desapercibida. El VIII centenario de la batalla de las Navas de Tolosa nos pasa casi de puntillas, tanto más si lo comparamos con aquél amplio programa de actos que vivió Navarra en 1912 conmemorando el VII centenario de este mismo evento. Por otro lado, también es de justicia reconocer, y lamentar, que dentro de la historia del viejo reino se han vivido también algunos episodios históricos que aún marcando un antes y un después, y aún siendo de una enorme trascendencia para la trayectoria e identidad de Navarra, pasan hoy totalmente desapercibidos, y peor todavía, ignorados.


Sancho VII el Fuerte

Pero hoy es 16 de julio de 2012, y la fecha nos pone en bandeja el echar una mirada retrospectiva hacia lo que sucedió ocho siglos atrás tal día como hoy.
Reinaba en Navarra Sancho VII, apodado El Fuerte. Estamos ante uno de los monarcas míticos del viejo reino de Navarra; se le atribuye una altura de 222 centímetros, perfectamente reflejada en su sepultura de la Colegiata de Roncesvalles. Hijo de Sancho VI el Sabio y de Sancha; reina en Navarra entre los años 1194 y 1234. Sancho VII el Fuerte fue el último rey de la llamada dinastía Jimena, a la que sucedió la de Champaña. Simplemente este cambio de dinastía, de los Sanchos a los Teobaldos, para que nos entendamos, es uno de esos momentos de la historia que son cruciales para Navarra; hablamos de esa etapa en la que los Fueros corrieron grave peligro al ser cuestionados por Teobaldo II con el apoyo del papa, siendo abanderada su defensa por los Infanzones de Obanos; hablamos de una profunda transformación del reino, tanto en lo social, en lo político, como en lo geográfico, con los primeros conatos de democracia popular y con el nacimiento de las merindades como vehículo de comunicación y acercamiento entre el pueblo y la corte real; y hablamos de importantes reformas administrativas.
Pero volvamos a nuestro Sancho VII. Al igual que había pasado con su padre, asiste este rey a esos continuos intentos por parte de Castilla y de Aragón de repartirse Navarra; responde él con incursiones hasta Soria y Almazán, pero lo que no puede evitar es que en el año 1199 Castilla ocupe, y arrebate a Navarra, los territorios de Álava, Guipúzkoa y el Duranguesado.
Valorar ocho siglos después el reinado de Sancho VII no es fácil precisamente. Con frecuencia se cae en unos trazos excesivamente básicos, diseñados tal vez como para entender aquella época con cuatro pinceladas. Pero la realidad era mucho más compleja que todo eso, y nos podría sorprender saber que ese Sancho VII que todos tenemos en nuestra mente, sobre un caballo, rompiendo las cadenas y luchando contra los moros, en perfecta alianza militar con Castilla, Aragón y Portugal…; sorprendería saber, digo, que es el mismo Sancho VII que unos años antes luchaba en tierras de Soria contra la Castilla de Alfonso VIII en armoniosa alianza con las tropas árabes del temido Abu Yusuf. Es decir, unas veces primaban los intereses territoriales, o la necesidad de castigar a quien había querido castigarte a ti, y otras, las más probablemente, primaban los intereses religiosos.


La batalla

Así pues, a pesar de todas estas desavenencias existentes entre Navarra y Castilla, el monarca navarro no tiene reparo en unirse a Castilla y a Aragón en defensa de la religión. No hay que olvidar en ningún momento que esta alianza está enmarcada dentro de una Cruzada internacional contra los almohades impulsada por el papa Inocencio III; tampoco hay que olvidar que los árabes ya no suponían un peligro para Navarra, pues estaban ya muy alejados de nuestras fronteras; y como tampoco hay que olvidar que en esa alianza no solo estaban embarcados los tres históricos reinos de Castilla, Aragón y Navarra, sino que también había otros muchos territorios, entre ellos Portugal.
Y es así como vemos en 1212 a Sancho VII el Fuerte acudir a Toledo con su propio ejército de navarros para hacer, ocasionalmente, causa común con castellanos y aragoneses en contra de los musulmanes, y estrictamente por razones religiosas. La batalla más fuerte se produce en la provincia de Jaén, concretamente en el paraje de las Navas de Tolosa; y dice su cronista, el arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada, que fueron los propios navarros, en aquella refriega, quienes rompieron las cadenas que cercaban la tienda de campaña, o palenque, de Miramamolín, con la consiguiente victoria.
Aquellas cadenas, se dice, se trajeron a Navarra como recuerdo de aquella importante victoria, siendo desde entonces un símbolo heráldico que identifica al viejo reino.


Cadenas para un escudo

Todos conocemos hoy cómo es el escudo oficial de Navarra. La Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra (LORAFNA), de 10 de agosto de 1982, establece en su artículo 7.1: “El escudo de Navarra está formado por cadenas de oro, sobre fondo rojo, con una esmeralda en el centro de unión de sus ocho brazos de eslabones y, sobre ellas, la Corona Real, símbolo del antiguo Reino de Navarra”.
Así pues, estas cadenas, por decisión del propio rey Sancho VII el Fuerte pasan a ser sello real de Navarra, y símbolo de este mismo reino, sustituyendo al sello que él mismo venía utilizando hasta ese momento, que era el de un águila negra –arrano beltza- sobre fondo de gules, o rojo (nunca sobre fondo amarillo). Ese sello real de Sancho VII pasó posteriormente a ser considerado escudo del Reino de Navarra, principalmente tras la conquista de Castilla en el siglo XVI, usándose durante siglos con diferentes variantes, hasta que en 1910 la Diputación Foral de Navarra reguló su diseño creando un modelo oficial. En 1937 la decisiva participación de Navarra en la Guerra Civil hizo que el general Franco le concediese a Navarra, para su escudo, la Cruz Laureada de San Fernando, siendo este el escudo oficial hasta 1981, que es cuando nuevamente el Parlamento de Navarra oficializa el escudo vigente hasta 1931 (entre 1931 y 1937, época republicana, el escudo exhibió corona mural en lugar de corona real). Y es en 1982 cuando la LORAFNA define definitivamente cómo ha de ser el escudo de Navarra.
La esmeralda verde es la que lucía en su turbante el rey moro Miramamolín el Verde.
Y llegados a este punto hay que decir que con anterioridad a Sancho VII el Fuerte se puede ver que abunda en esta tierra, en diferentes representaciones, un escudo que viene a ser prácticamente igual. El diseño es el mismo, pero las líneas no vienen marcadas por cadenas. Lo llegamos a encontrar en algunos capiteles elaborados con anterioridad a Sancho VII. Por lo general viene a ser un escudo con una estrella de ocho puntas, y el carbunclo en el centro. Y todo esto da lugar a confusiones heráldicas y a debates bizantinos, sobre si fue antes el huevo o la gallina.
Nos limitamos aquí a dejar constancia de ello; y a recordar que ese diseño anterior a Sancho VII no es un escudo heráldico, sino la representación de un escudo de combate, que después de tantos golpes recibidos, lo que hace es reflejar en su superficie la estructura metálica entrecruzada que en su reverso lo hace fuerte. Mostrar este relieve en el escudo venía a significar que el portador era un verdadero guerrero, pues su escudo había librado muchas batallas.
Finalmente, a partir de Sancho VII, es esa estructura lineal de hierros la que se convierte en cadenas, y el carbunclo central se convierte en esmeralda. Y todo ello en escudo y símbolo de un reino, el Reino de Navarra.



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